Necesito vomitarme a mi
misma, hacerme un centrifugado de lejía que limpie toda esta mierda
mal colada que se me remueve cual cocido de pata de loro mal guisada.
Remojarme en el fango cagado del ultimo puto cadáver cavernícola
que piso la esencia de la felicidad. Arañar la sangre que me
mantiene viva hasta conseguir sacármela entera y pintarla de colores
fosforescentes para meterla en un biberón y tomarla como un bebe
recién nacido. Acomodar mis manos en otras suaves a las que les haga
una ilusión terrible sentir mi tacto. Dormir en el abrigo de un alma
que al despertar quiera verme sonreír. Abrazar con ternura el final
del dedo gordo del pie izquierdo de aquel, a quien mirarme le alegre.
Clavar con dos pequeños alfileres bañados en arsénico los ojos de
aquel que intentó destruir mis ilusiones. Morder con colmillos en
forma de cuchillos afilados el cuello de quien me hizo dejar de creer
en mí. Despedazar con garras el cuerpo, viejo y engreído de aquel
que busco en mí odio hasta hallarlo, y clavarle trocitos de cristal
entre la uña y la carne mientras le chillo al oído inmovilizándolo
en un silla. Dejarme llevar por las ganas de besar, de acunar, de
querer cuando me siento tan pequeña e inocente que el viento mismo
podría herirme. Tocar con mis rodillas el desequilibrio más
recóndito del alma más pura y llevarla hasta él, para caer por el
mismo y llegar a un lugar de colores, lleno de paz, llena de todas
las cosas que me hacen coger aire llenándome los pulmones de ganas
de vivir, intoxicando mi cuerpo de purpurina en forma de felicidad
que encoja mis músculos faciales dibujando una sonrisa de perlas
blancas. Y que sera intachable, intocable,
indestructible,inalterable, invulnerable, inmune, irrompible,
fuerte,
firme, eterna, fija, constante, persistente...¡Que sea! Y que nunca
mis dedos paren de escribir, que sigan abriendo en cualquier parte de
mi cuerpo para dejar que mi alma salga a dar un paseo por las letras
de mi escritura.