Movida por el sonido de una triste guitarra que desgarra su alma en cada actuación, y arropada por un único foco blanco que alumbra a la misma, la Casa de Bernarda Alba cobra vida. Se extiende a lo largo de diez metros de un negro escenario, y su esencia pervive como una niebla entre las bambalinas, se desliza como el vapor escaleras abajo hasta los camerinos e invade el alma de estas mujeres sin hombre que día tras día durante una semana se transforman en angustia, amargura, esperanza, autoridad, encierro, locura, pasión...y se vuelven en palabras del autor horrorosamente trágicas.
Ellas, durante una semana madrugan junto con el, se encuentran en una esquina en la que ellas mismas están retratadas, y entre la felicidad de estar durante dos días en el periódico y los nervios de lo que dos horas después sucederá, se sientan frente a un espejo lleno de luces y comienzan a maquillarse. Poco después llegan las otras dos mujeres de el, y comienza el caos. Se oyen gritos, risas, se palpan los nervios, se desnudan y se visten, y se produce la difícil a transformación que las hará brillar de tragedia. Apagón de luces, se vacía los camerinos y quedan solo ellas. Comienza la concentración, rueda lagrimas, tragan agua, calientan la voz, se encierran a escuchar música, repasan el maquillaje...Luego baja él, las emociona con sus palabras, las coloca en circulo y mano sobre mano chillan un "MIERDA, MIERDA, MIERDA". Se oyen los murmullos del público, las pisadas de ellas en los escalones, se abrazan y de pronto...simplemente comienza la magia. Cambian sus nombres, su edad, su aspecto...comienza a sonar la guitarra, y retumba la descripción mas hermosa del teatro que se ha escrito jamás pronunciada por la profunda voz masculina de él. De pronto se hace la luz, y el tiempo, pillo, se acelera. Por el escenario pasan feroces y fugaces algunos visitantes, la ira, la pasión, la angustia, la autoridad, la amargura, el martirio, la locura... Entre bambalinas ellas son una especia de mezcla entre su propio ser y el que serán cuando el foco ilumine sus caras...y es ahí, entre bambalinas donde mas se ríe, se pasa nervios, se corre, se murmura, se gastan bromas y hasta se baila...De pronto estamos todas dentro, abrazadas, sonreímos, y regalamos lagrimas a la felicidad. Se hace de nuevo la luz, y corremos a saludar...La emoción que recorre sus cuerpos en ese momento tiene un solo nombre: FELICIDAD...
Luego el truco de magia se acaba, bajan a los vestuarios, se despintan, se cambian de ropa, y abandonan el teatro dispuestas a volver a sus vidas. Pero no mueren sus personajes, pues ellas viven Bernarda Alba, La Poncia, La Criada, Prudencia, Angustias, Martirio, Amelia, Magdalena, Adela, y Maria Josefa...en el director quedan ellas y en ellas el DIRECTOR.
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